En una luz de alabastro
se congenió el recuerdo de tu risa
y mis fragmentos;
se consumió el dolor aquel,
del orfanato de mis lágrimas.
Se esfumó un arrebato de tristezas,
y tu cielo,
fue el descubrimiento más sensible
de la tarde,
en que con gestos
de desconfiada ternura,
te diste permisos
para atravesar el alma
con tus versos…
Un concierto de almendros
se refugiaron en mi boca;
una multitud de jubilosos formatos
se adecuaron a la ubicuidad de mis simplezas
y el crepúsculo fue un acontecer
de caricias renovadas
en el cántaro almibarado de la lluvia.
Por primera vez
se encendieron los candelas
de las delicias…
tú ya eras el ámbar
que coagula el vuelo de mis alas
para derramarse…
Tu poesía es un derroche de dulzura. Besos.
ResponderEliminarGracias Andrea, un placer tu visita, mis cariños.
EliminarPara derramarse con cada uno de tus versos
ResponderEliminarDesbordas en imágenes la vida entre puntos suspensivos. Así se vuela a tu lado, disfrutando el sabor de los almendros en flor.
Deliciosa remembranza...
Cariños
Para derramarse... para sentirse...para saber lo que es un vuelo aunque se caiga más tarde...besos.
EliminarHoy estoy sensible y...vuelvo a ti. A cobijarme en el orfanato de tus letras.
ResponderEliminarsi pudiera te daría un gran impulso para vuelvas a volar. Las alas se recobran amiga.
ResponderEliminarLo haces mi querida Lu, cada vez que creas, vuelo.
ResponderEliminarGracias
Me alegro tanto... besos.
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