Yo
te he bebido sigilosamente,
amortigüé
el cansancio crónico
de
tu duelo,
abominé
el idioma telegráfico
de
tu pecho,
comprendí
hasta el silencio más bullicioso
de
tu pena,
arranqué
la arista
de
tu entramada arquitectura;
pero
ahora, es tu boca
la
que lleva el aroma de los almendros,
la
que tiene que atravesar
el
umbral del silencio
hondamente,
tristemente,
para
entregarle a la muerte
sus embebidos huesos…
....con cada entrega, un infinito se expande y cala hondo. ¿Será que el deseo de permanecer en ese hilo conductor es más grande que la propia realidad?, ¿será la necesidad de seguir agarrado al precipicio que a tajo cortó un momento y para siempre...?
ResponderEliminarhondamente, tristemente.
Cariños
Puede ser amiga, nos queda como camino el recuerdo y la sublimación en el arte. Besos.
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