El olvido entrega sus salmos profundos
en el piélago del inconciente.
Marchito
un acogedor recuerdo
se eleva a la sedosidad de la noche.
Inconexo
pareciera que la razón no da tregua
a lo simultáneo de la sombra.
Despiadado
el dolor te exige que escindas
tu lado obtuso como ciénaga.
Amaneciendo
el corazón se funde
con la tristeza de los que mienten.
Sincera
la compulsión del caos
se bebe la oscuridad…
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