Si él hubiera estado
hoy los vientos silbarían para adentro.
Si él viviera, me hubiera escrito un poema
para mi cumpleaños.
Si su corazón latiera,
a veces sonreiría de contrabando…
Lo entrañable de su pluma
lo inefable de su llanto
lo profundo de su musa,
hubiera sido la tierna excusa
para seguir soñando.
Pero no está, él se fue
y yo imagino
a este corazón instrumentado
desarmado
ahogado
en la oquedad
de una tristeza
tan mal administrada,
que sigo contando las monedas
en la registradora de melancolías…
Siempre hay una tierna excusa para seguir soñando, aunque el almanaque nos arrastre por lodos enquistados.
ResponderEliminarO no....
Así es amiga, gracias por tu paso.
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