Amarte hasta el delirio
y sin tregua,
sin razón que me condene,
sin ruidos en el alma,
de almohadas destinadas
a la concavidad de la noche.
Andando por resabios del encanto
que fue bordando sin pena,
la sangre que se encrespa de los bordes.
De una risa que salvaba
todos los pecados,
que en el fondo de la seda
fue buscando
tu discreto poemario,
elevando los suspiros
a soltarme en la caricia
de los ojos cerrados
y de pestañas insomnes.
Detalles pequeños de tus manos
que mordían tendidas
los pliegues más amables.
De alas abiertas
al clamor de lenguas destrozadas
en savia de otras manos,
urdidas de cansancio y sin derroche.
Magistral
la memoria,
que recordó el olor de las sábanas
y tatuó en la garganta
los silencios desprendidos
de los tenues y breves encantos.
Me pregunto si la unicidad es sólo un atributo de los dioses. Me pregunto si lo que ahora brota es la metamorfosis de la mariposa, si los mundos siguen siendo paralelos, si son necesarias las alas para volar.
ResponderEliminar¿Palpitan ecos en tus dedos?, ¿es hechizo?
Tus tejidos fortalecen mi espíritu, a veces exhausto.
Mi cariño
Urdimbre de cuerdas en el devenir de otras dimensiones. Gracias.....
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