Apenas
amanece en el horadar del tiempo
un
romance de luciérnagas
se
esgrime en la noche de mis silencios.
El
cántico de un recuerdo
parece
un sol de esquinas empapadas,
travieso
de leyendas…
Encadenado
al musgo de la angustia
asoma
su dignidad cada mañana.
Pretende
un romance con mis ojos
al unísono
de huesos disueltos
en
coro de barítonos y bajos…
Aumenta
el corazón de pálpitos,
acelera
el advenimiento de las rosas;
fabrica
primaveras inmaduras de sedas
y me
alegra la mirada
con
artilugios de besos…
Hay albas de esperanza, hay incluso, aceptación del ocaso.
ResponderEliminarAquí, permíteme el silencio compañera.
Fuerza y metal.
Gracias corazón, mis cariños.
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