Insípido el trabajo que recoge barriendo las tristezas
el mercader de versos melancólicos del alma,
como si hubiera conseguido los recodos del corazón
en la proyección de las esquinas iluminadas de penas.
Escondrijos y piélagos impensables
se derraman por las sinuosidades de la sangre
que ungen el sincronismo de las bocas,
que gritan en silencio y magullan las sombras y los besos.
Puentes de exquisita sensatez gotean en la genuina fuente
buscando escribir la palabra auténtica,
la genialidad de la piel que se confunde con las mieles excéntricas,
en las orillas inquietantes del poema.
Se observan las palabras, se amasan los versos
se retuercen las vísceras pariendo el dolor de la nostalgia,
no encuentro las palabras, me duele el viento que pasa
burlándose de mis carencias.
Plasmo lo absurdo del abismo que se agranda
manipulo antiguas recetas,
se me pierde la vocación de trashumante
y vuelvo siempre….siempre a tus certezas.
Es un poema maravilloso de la búsqueda del poeta que transmite muchas sensaciones y emociones.
ResponderEliminarSiempre un placer pasar por tus letras. Enhorabuena amiga Ludmila, un saludo.
Gracias Tribu, estimado amigo.
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