Apóstol de mis anuencias
en la rugiente tempestad del ánimo…
te llevo en mis partituras
como si fueras un halo.
Nadie podrá reprobar la pertenencia.
Te hiciste de a poco y sin medida,
y conquistaste un espacio en mi lengua
que se mezcla con el tacto.
Mordiscos de naderías en las savias,
necio menester de recuerdos
impregnado de secretos.
Transeúnte de mi especie,
Irrevocable,
Irrespetuoso,
Y sediento.