sábado, 20 de abril de 2013

Hondamente...


Yo te he bebido sigilosamente,
amortigüé el cansancio crónico
de tu duelo,
abominé el idioma  telegráfico
de tu pecho,
comprendí hasta el silencio más bullicioso
de tu pena,
arranqué la arista
de tu entramada arquitectura;
pero ahora, es tu boca
la que lleva el aroma de los almendros,
la que tiene que atravesar
el umbral del silencio
hondamente,
tristemente,
para entregarle a la muerte
sus  embebidos huesos…

2 comentarios:

  1. ....con cada entrega, un infinito se expande y cala hondo. ¿Será que el deseo de permanecer en ese hilo conductor es más grande que la propia realidad?, ¿será la necesidad de seguir agarrado al precipicio que a tajo cortó un momento y para siempre...?
    hondamente, tristemente.

    Cariños

    ResponderEliminar
  2. Puede ser amiga, nos queda como camino el recuerdo y la sublimación en el arte. Besos.

    ResponderEliminar