domingo, 11 de septiembre de 2011

Los besos...

Inevitablemente

un trasluz de esquinas

se revuelca en la atmósfera de mi silencio.

Inquebrantable,

el recuerdo del oleaje interno

anega el piélago de la ignorancia.

La obsesión de saber

colma mis latidos,

sin embargo, no conozco el sabor

de la fractancia.

No doblego mis ansias,

no tuerzo el hilo de la duda.

El tiempo me empuja hacia delante

en línea recta, hacia el punto exacto

donde un enigma abismal me llama.

Geométricamente hablando

adentro y afuera de Moebius;

y en el borde de las instancias

donde todas las frecuencias

se transforman en los besos…

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